viernes, 4 de abril de 2008


En la Soledad del destierro, confinada por voluntad propia en este silencio atronador. Nadie entiende mis gritos, ningún ser coherente se da por aludido en esta fuga sin tregua. Desviar la mirada, pensar que ese frío roto no es personal.Negar mi existencia, tildando de producto mi condición.Tachar de cobardía mi renuncia.
Fácil, sencillo ser sordo.
Y yo, que descosí mi boca solo para gritar mis silencios, quedo queda en mi rincón, riendo la risa sardónica de quien salta a la comba con la locura.
Pero ¿sabes?, al menos yo se quien soy y en lo que me he convertido. Se de mis miedos y mis carreras hacia donde no me lleguen. Se de espejos rotos, crueles ediles de una verdad vestida de dolor. Se de fracasos, de sueños quebrados barnizados de renuncia razonable. Se de vientres secos por metas negadas. Estéril campo de anhelos marchitos.
Pero ante todo, se de mi. Ese silencio escupido a gritos, que hoy se fragmenta en mil déjame en paz.
Estoy asustada, débil, enferma por dentro y por fuera. Y solo quiero el abrazo de ese mutismo que nunca me falla.
Déjame en paz. No es tan difícil, solo imagina que no existo.
Volad pajaritos, volad, que aun ni claudico ni muero.

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